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Hace un año,
hace 365 días
la sombra me acompañaba
y sentía frío,
el frío de la soledad
y la total ausencia familiar,
jamás me había alejado tanto,
la locura y la tristeza me hacían presa.
Era rea de mi conciencia
o inconciencia,
recluta de mis impulsos
y enfilada por mis contradicciones.
La noche,
aquella noche,
principio de un fin,
inicio prematuro de las alas extendidas,
consolidador de una supuesta
hermosa ave soñadora.
Aniversario uno,
primero del 12,
el universo es pluriverso,
tienes el poder,
eres libre
y eres dueña de ti misma.
Palabras necias, oidos atentos,
hasta mente abierta.
Consecuencia causal,
motor generador para el traspaso de mil páginas,
el libro de mi vida,
no son capítulos,
no son folios
ni cuartillas.
Es desorden consagrado
es un fin desconocido
y a la vez, acariciado en las mieles de la ilusión.
La espada no me atravieza,
es ka aliada en mi camino,
varias cortadas supone esto,
pero la profundidad no se alcanza.
El sentido de lo trascendente,
está en lo aprendido
y jamás se habrá consumado lo consumado,
pues el recuerdo está latente
como antorcha encendida
como brújula magnetizada
con el norte ubicado
y el horizonte traspasado.
Luna, guía mi vida,
estrellas,
energía luminosa que labran el camino,
Rey tú mi ser,
Rey tú mi Rey.
Ave, avecita voladora,
Ave, agua fluye,
fluído débil pero entrañador.